Einstein: no solo una celebridad esotérica

Recordando a Einstein en el centenario de la Teoría General de la Relatividad. Su fama es aún más excepcional porque sus logros en la ciencia no están al alcance de la mente ordinaria.

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¿Por qué nadie me entiende y, sin embargo, le agrado a todo el mundo? preguntó un perplejo Albert Einstein a un entrevistador del New York Times en 1944. Siete décadas después, la admiración por el científico se ha disparado enormemente, aunque su ciencia sigue siendo tan insondable para el público en general como antes. Su comprensión se limita a la fraternidad de físicos, muchos de los cuales todavía están lidiando con las desconcertantes implicaciones de sus teorías.

A Einstein se le pueden atribuir dos logros incomparables: en primer lugar, añadió un nuevo conocimiento tan revolucionario a la ciencia del mundo físico que nos ha obligado a cambiar nuestras nociones convencionales sobre los componentes básicos del cosmos: espacio, tiempo y materia. En segundo lugar, humanizó la alta ciencia y le dio popularidad masiva, al tiempo que conservaba su misteriosa cualidad. Su fama es aún más excepcional porque sus logros en la ciencia no están al alcance de la mente ordinaria. La física newtoniana era simple, formulada y fácil de asociar con el movimiento de objetos que nuestras manos podían tocar y sentir.

Por el contrario, la comprensión de las teorías de la relatividad especial y general de Einstein exige, además de penetrar la imaginación, al menos algún conocimiento del apasionante viaje de la física en los siglos XIX y XX. El año 1905 es aclamado como un año milagroso en la historia de la física debido a cinco artículos pioneros producidos por Einstein, entonces solo 26. Uno de ellos dio a conocer la teoría especial de la relatividad, que afirmaba que debido a la constancia de la velocidad de la luz para Todos los observadores (y nada puede exceder la velocidad de la luz), las nociones de tiempo y espacio dependen del estado de movimiento de uno.

Una consecuencia de esto es que la masa de cualquier objeto está dada por su energía total dividida por el cuadrado de la velocidad de la luz. Esta es la ecuación E = mc2, cuya sencillez, elegancia y popularidad son insuperables. Una década más tarde, en noviembre de 1915, Einstein presentó su teoría general de la relatividad. Incluso más esotérico que el anterior, vuelca completamente nuestra comprensión de la gravedad newtoniana. Lejos de ser una fuerza atractiva entre dos objetos, la gravedad, nos dice la teoría general de la relatividad, debe entenderse como deformaciones y curvas en el espacio-tiempo mutativo.

Aquí el espacio y el tiempo pierden su existencia separada y absoluta y se convierten, con la unión de las tres dimensiones del espacio con una dimensión del tiempo, en un único tejido flexible de geometría pura. La tela se hunde en presencia de objetos masivos de materia. La mente se asombra al imaginarlo, pero cuando un objeto cae, simplemente se estira y crea una caída en el espacio-tiempo. El físico estadounidense John Wheeler ha simplificado esta imagen en una sola frase: el espacio-tiempo curvo le dice a la materia cómo moverse; la materia le dice al espacio-tiempo cómo curvarse. Por supuesto, esta explicación también amplía nuestro poder de comprensión.

Todo esto puede parecer abstracto y arcano, pero las teorías de la relatividad de Einstein tienen aplicaciones prácticas muy útiles. Por ejemplo, el sistema de posicionamiento global (GPS) basado en satélites y de precisión intensiva aplica el conocimiento proporcionado por las teorías de la relatividad tanto especiales como generales. La tecnología GPS tiene en cuenta el hecho de que la curvatura del espacio-tiempo es menos alta por encima que en la superficie de la Tierra, donde la gravedad es más fuerte. Es la razón por la que los relojes a bordo de los satélites funcionan más rápido que los relojes en tierra.

La belleza de la relatividad general es que explica todos los fenómenos gravitacionales, desde las más pequeñas (manzanas que caen) hasta las más grandes (galaxias en fuga). La predicción de Einstein de que la luz de una estrella es desviada por el campo gravitacional del sol ha sido validada. Su teoría ha ayudado a explicar el descubrimiento de los agujeros negros, objetos tan densos que ni siquiera la luz puede escapar de su gravedad. También ha proporcionado un marco para discutir el cosmos y ha ayudado a la afirmación científica de otros dos hechos celestiales fantásticos: el nacimiento del Big Bang de nuestro universo y también su posterior expansión a un ritmo acelerado.

La teoría de Einstein predijo la existencia de ondas gravitacionales cuyo descubrimiento proporcionará una visión sin precedentes del universo. India tiene una oportunidad única de participar en un experimento internacional de alto perfil, llamado Ligo (Observatorio de ondas gravitacionales con interferómetro láser), para observar estas ondas. Se han identificado dos sitios para el experimento, que se espera que produzca muchos beneficios tecnológicos. Se espera que el gobierno de Narendra Modi aproveche esta oportunidad para que la India desempeñe un papel de liderazgo en la investigación de vanguardia.

En la India, deberíamos estar orgullosos de la conexión especial de Einstein con nuestro país. Interactuó con tres de los más grandes indios contemporáneos: Mahatma Gandhi, Rabindranath Tagore (su diálogo con el poeta sobre si el universo existe independientemente del observador humano es profundamente filosófico) y Jawaharlal Nehru. La base de su afinidad y admiración fue su compromiso común con un mundo sin violencia.

De hecho, uno de los legados duraderos de Einstein fue su liderazgo, junto con Bertrand Russell, en la publicación del Manifiesto Russell-Einstein para el desarme nuclear y la paz mundial. Abogó por ideales progresistas, siendo el socialismo uno de ellos, con extraordinaria valentía. Obviamente, el genio que exploraba sin descanso la armonía en el universo a través de la unificación de las leyes científicas también soñaba con la unidad y la armonía a través de la justicia en el reino humano. Esta también es una de las razones por las que Einstein sigue siendo la leyenda de la ciencia más admirada.