Se necesita una figura como el senador Richard Lugar para afrontar los retos actuales

Las deliberaciones preliminares en Nueva York indican que el TNP no puede hacer frente al actual desafío nuclear global y se requieren con urgencia algunas iniciativas radicales en el modo de Richard Lugar. Lamentablemente, la fuerza de la banca estadounidense y mundial de los responsables de la formulación de políticas nucleares perspicaces y comprometidas es muy modesta.

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Con el fallecimiento del senador Richard Lugar (nacido en 1932) el 28 de abril, los EE. UU. Y la comunidad mundial han perdido un estoico y asombrosamente eficaz legislador y sherpa de complejos problemas nucleares. La mayor lástima es que incluso mientras el mundo está lidiando con exigencias relacionadas con la energía nuclear más urgentes y alarmantes, no parece haber nadie en la generación actual de legisladores y formuladores de políticas estadounidenses (y mundiales) que pueda imaginar hacer el tipo de contribución que Lugar y su colega, el senador Sam Nunn, lo hizo en la década de 1990.

El final anómalo de la Guerra Fría ocurrió en diciembre de 1991 cuando la Unión Soviética se convirtió en una antigua y la formidable URSS se redujo a una Rusia vulnerable. La Guerra Fría que se basó en la acumulación de armas nucleares apocalípticas para garantizar la estabilidad de la disuasión a través de MAD (destrucción mutuamente asegurada) resultó en la creación de un enorme arsenal nuclear y de misiles por ambas superpotencias.

Sin embargo, un Moscú cansado y materialmente empobrecido no tenía los recursos para monitorear y salvaguardar su inventario disperso de ADM (armas de destrucción masiva) y la posibilidad de ojivas nucleares ex soviéticas y material fisionable cayeran en manos equivocadas planteaba un serio desafío. Apreciando la gravedad de la situación, los dos senadores estadounidenses introdujeron la legislación radical Nunn-Lugar que concibió un programa de desmantelamiento de armas nucleares, en virtud del cual Washington proporcionó los recursos para la destrucción del exceso de inventario de armas de destrucción masiva en diferentes regiones de la ex URSS.

La Casa Blanca se opuso inicialmente a esta propuesta, pero el equipo de Lugar-Nunn (republicano y demócrata respectivamente) pudo persuadir a sus colegas y al establecimiento de seguridad nacional de Estados Unidos. El éxito de esta perseverancia se refleja en el hecho de que en 2011, casi 20 años después de su primera propuesta, la legislación Nunn-Lugar provocó la desactivación de más de 7.500 ojivas nucleares estratégicas y la destrucción de más de 1.400 terrestres y submarinos. -Misiles balísticos lanzados. Este nivel de armas nucleares consensuales y la reducción de la amenaza relacionada entre las dos naciones más grandes de armas de destrucción masiva sigue sin precedentes y, según la evidencia actual, dada la discordia prevaleciente entre Estados Unidos y Rusia, es poco probable que se repita en el corto plazo.

Mientras tanto, el desafío mundial de las armas nucleares se ha vuelto aún más intratable y la luz ámbar que indica una ruptura del tambaleante orden nuclear está parpadeando. Lamentablemente, el débil optimismo que se generó en los años de Barack Obama es ahora un recuerdo lejano.

En una coincidencia involuntaria, el senador Lugar falleció un día antes de que la comunidad global (excluida la India) comenzara las deliberaciones preparatorias para la conferencia de revisión del NPT (tratado de no proliferación nuclear) de 2020. El NPT Prepcom 2019 de 10 días se inauguró en Nueva York el El 29 de abril y la lista de desafíos nucleares globales es abrumadora.

A nivel macro, Estados Unidos y Rusia, acusándose mutuamente de violaciones del tratado, han anunciado que se alejarán del Tratado INF (Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio) de 1987 con efecto a partir del 2 de agosto. Lo que esto significa es que habrá no hay obligaciones de tratados vinculantes para impedir que Estados Unidos y Rusia modernicen su inventario nuclear o introduzcan armas aún más letales para mitigar sus inseguridades estratégicas.

Paradójicamente, en el apogeo de la Guerra Fría, las dos superpotencias percibían al otro como el enemigo, pero sus negociadores profesionales de control de armas tenían un compromiso sólido y regular para el cumplimiento del tratado que aseguraba la estabilidad nuclear.

En los niveles secundario y terciario, la orientación de las potencias nucleares medianas y las que se percibe que están adquiriendo esta capacidad (Irán) plantean desafíos inesperados al orden nuclear global. Las ortigas nucleares más complejas son Corea del Norte y Pakistán, dada su vinculación con el terrorismo y los lazos umbilicales con Beijing. Israel, con su opaca capacidad nuclear, impide cualquier consenso en Oriente Medio y esta es la punta del iceberg. La entidad no estatal y la trayectoria del mercado tecnológico plantean un conjunto completamente diferente de pesadillas de seguridad relacionadas con las armas de destrucción masiva.

Cabe recordar que la India es un país no signatario del TNP al que se le ha concedido un estatus excepcional en el régimen nuclear mundial. Sin embargo, al igual que la referencia de Trump al tamaño del botón nuclear de EE. UU., La broma de Modi Diwali se suma al descontento mundial actual sobre la sagacidad del liderazgo entre las democracias.

Las deliberaciones preliminares en Nueva York indican que el TNP no puede hacer frente al actual desafío nuclear global y se requieren con urgencia algunas iniciativas radicales en el modo de Richard Lugar. Lamentablemente, la fuerza de la banca estadounidense y mundial de los responsables de la formulación de políticas nucleares perspicaces y comprometidas es muy modesta.

Este artículo apareció por primera vez en la edición impresa el 2 de mayo de 2019, bajo el título 'Falta el sherpa nuclear'. El autor es director de la Sociedad de Estudios de Políticas.