Riendo a carcajadas

Las mujeres turcas protestan contra su gobierno. Y no es realmente divertido.

En Turquía, un pueblo cada vez más en desacuerdo con su gobierno ha estado tomando las calles durante más de un año, agitando sobre una variedad de temas. (Fuente: Reuters)En Turquía, un pueblo cada vez más en desacuerdo con su gobierno ha estado tomando las calles durante más de un año, agitando sobre una variedad de temas. (Fuente: Reuters)

En toda Turquía, las mujeres se están echando a reír. Al abordar la degeneración de la sociedad, el viceprimer ministro turco, Bulent Arinc, ha aconsejado a las mujeres que no se rían en público. Sentía que la castidad de una mujer era un asunto serio. Ahora Twitter en Turquía se ha inundado de selfies de mujeres riendo. Ekmeleddin Ihsanoglu, el candidato presidencial en contra de Recep Tayyip Erdogan, tuiteó que el país necesita que las mujeres sonrían. De repente, reír en Turquía se ha convertido en algo político. Y no es realmente divertido.

La risa, en su falta de orden, en su físico desenfrenado, en su irreverencia, siempre ha inquietado al establecimiento. El poder de la frivolidad puede trastocar las normas del discurso, traspasar la presunción de reglas y regulaciones. Durante siglos, las instituciones, ya sean políticas, religiosas o sociales, han temido el potencial radical de la risa. Los filósofos griegos lo restringieron y la iglesia primitiva lo condenó: a las monjas y los monjes se les ordenó mantener un semblante serio. Los excesos de la era Brezhnev en la Unión Soviética generaron una contracultura de chistes y risas. En la década de 1990, M.D. Nanjundaswamy, un activista social que luchaba por los derechos de los agricultores, inventó la risa. En una ocasión, unos 50.000 agricultores se reunieron alrededor de la secretaría del estado de Karnataka para burlarse del gobierno.

En Turquía, un pueblo cada vez más en desacuerdo con su gobierno ha estado saliendo a las calles durante más de un año, agitando una variedad de temas, desde las libertades civiles hasta el lento debilitamiento del laicismo de Turquía por parte del gobierno. En respuesta, el régimen de Erdogan se ha vuelto más autoritario, recurriendo a arrestos violentos y restringiendo el acceso a los sitios web de las redes sociales. La protesta de esta semana se debe a años de amargura por una cultura política que está impregnada de misoginia: Erdogan dijo que no creía en la igualdad entre hombres y mujeres. Las mujeres de Turquía deberían seguir riendo.