Un poco de bondad
- Categoría: Editoriales
Solo hay una solución para la cultura de la indignación y el acoso en las redes sociales, el precio que esto conlleva

Ya no somos seres humanos. Ahora somos ángeles luchando para superarnos unos a otros, escribe la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, en un ensayo reciente, dando un nuevo impulso a las discusiones sobre la cultura de cancelación de las redes sociales. El ensayo, publicado en el sitio web de Adichie el martes, aborda las acusaciones de transfobia en su contra que se remontan a una entrevista de 2017 en la que dijo que las experiencias de las mujeres trans no pueden equipararse con las experiencias de las que nacen mujeres. Ya sea que uno esté de acuerdo con sus puntos de vista sobre esto o no, hay mucho que masticar en la exasperación de Adichie con aquellos que pontifican en Twitter sobre la bondad, pero que en realidad son incapaces de mostrar bondad.
En el terreno traicionero de Twitter, donde los usuarios se ven obligados a encajar argumentos a veces complejos en 280 caracteres, la amabilidad es una víctima frecuente. Las recompensas (me gusta y retweets) llegan a quienes reaccionan, no a quienes reflexionan. Para tomar prestadas las palabras de Adichie, no es un lugar donde se permita que se desarrolle la desordenada historia de la humanidad de cada individuo, con sus defectos y todo. Para algunos, el costo puede ser psicológicamente devastador. Para tomar el ejemplo de Adichie, algunos de sus críticos incluso caracterizaron la muerte de sus padres el año pasado como un castigo por su posición sobre las mujeres trans.
No se puede negar el papel que las redes sociales, especialmente Twitter, han desempeñado en la plataforma de voces y puntos de vista que de otra manera nunca se escucharían. Es plano de una manera que el mundo real nunca puede ser. Pero esta llanura es también lo que a menudo lo convierte en un arma potente para el acoso y la intimidación, especialmente porque la indignación ahora puede ser de colaboración colectiva. Y aunque puede parecer ingenuo creer que la bondad del mundo real solucionará este problema, sigue siendo la solución más viable. Reconocer la vulnerabilidad de otra persona no cuesta nada. Y, lo que es más, la bondad es una moneda que viaja lejos y bien, a diferencia de la malicia, que es demasiado fácil de repartir, pero invariablemente difícil de aceptar.