El nuevo trilateralismo
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La diplomacia india puede estar dando un giro positivo. Todas las grandes potencias se están comprometiendo entre sí y Delhi debe hacer lo mismo.

Que el primer ministro Narendra Modi pudiera sentarse con los líderes de Estados Unidos y Japón al margen de la Cumbre del G-20 en Buenos Aires durante el fin de semana y, poco después, parlamentar con los presidentes de China y Rusia, ha generado cierta sorpresa y mucho aprecio por la nueva posición internacional de la India que subrayaron las dos cumbres trilaterales. Esta es la primera vez que el compromiso trilateral entre India, Japón y Estados Unidos se eleva al nivel político más alto. No es sorprendente que al primer ministro Modi se le ocurriera un nuevo acrónimo, JAI, para la asociación trilateral. Su reunión con el presidente Xi Jinping y el presidente Vladimir Putin ha tenido lugar después de una brecha de casi 12 años. Los observadores cínicos dirían que no se debe leer mucho en este tipo de cumbres; las conversaciones breves al margen de las cumbres multilaterales no son infrecuentes.
Sin embargo, dada la historia de la política exterior india y su profunda sospecha hacia Occidente, no hay duda de que la cumbre trilateral con el presidente Donald Trump y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, es un marcador importante en la evolución de la política exterior de la India. Aunque las relaciones bilaterales de la India con los EE. UU. Y Japón y otros países occidentales han crecido significativamente en el siglo XXI y sus funcionarios se han comprometido con los de Washington, Tokio y Canberra en el formato trilateral y cuadrilátero, Delhi ha dudado en participar en estas reuniones en el nivel de la cumbre. La preocupación interna por abandonar la no alineación fue una de las razones. El miedo de molestar a los amigos de la India en el este, en Beijing y Moscú, ha sido citado como el otro. Aunque la diplomacia trilateral y cuadrilátera con los EE. UU. Y sus aliados asiáticos, Japón y Australia, comenzó bajo el primer ministro Manmohan Singh, sus colegas en el gobierno de la UPA y el partido del Congreso estaban profundamente en conflicto acerca de la intensificación de la asociación con EE. UU.
Modi, sin embargo, se ha despojado, en sus propias palabras, de las vacilaciones de la historia al tratar con Estados Unidos y sus aliados en Europa y Asia. Muchos críticos de su política exterior habían advertido sobre los peligros de acercarse demasiado a Estados Unidos y distanciar a India de viejos amigos como Rusia y enfrentarse a China. Pero como demuestra la renovada cumbre trilateral de Modi con Putin y Xi, India no tiene que elegir entre un bando u otro. Después de todo, el enfoque principal de Xi en la cumbre del G-20 fue llegar a un acuerdo con Trump sobre cuestiones comerciales. Todas las grandes potencias se están comprometiendo entre sí y Delhi debe hacer lo mismo sin inhibiciones. Si las oportunidades estratégicas de la India con las principales potencias son reales, la principal debilidad de Delhi ha sido la incapacidad de traducir plenamente esta extraordinaria influencia política en importantes avances económicos y militares.