Om Puri, el fenomenal

Él fue un gran actor. Y un ser humano humilde, generoso y sumamente leal

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1980. Un amigo acababa de ver a Aakrosh. Una de las películas indias más honestas que he visto. Cuando le pregunté sobre el elenco de estrellas, dijo, Naseeruddin Shah, Smita Patil y Om Puri. Nunca habiendo oído hablar de él, le pregunté: ¿Te refieres a Om Shivpuri? Dijo: No. Un nuevo actor. Om Puri. Es fenomenal.

Y fue fenomenal. Como Bhiku Lahanya, hizo que su silencio hablara de su dolor inexpresable, de la insoportable desesperanza de las castas oprimidas de este país, de la historia de explotación sin fin. Todo, solo con sus ojos. En su primera escena, cuando la pregunta de Naseer a él
lleva la presunción sub-textual de su culpabilidad, simplemente le devuelve la mirada, sin comprender. Y ese vacío mostró una compasión agresiva por Naseer. Eres incapaz de comprender nada. Deja que sea. Esa mirada nos contó de manera inquietante cómo nuestra estructura judicial con prejuicios sistémicos niega justicia a los pobres.

Nadie, pero nadie, podría haber hecho ese papel con tanta expresividad. Lo siguió con Anant Velankar en Ardh Satya. Tanto los críticos como los espectadores quedaron atónitos por su interpretación superlativa del policía inadaptado que lucha contra los demonios de su infancia que se enredan trágicamente en su lucha desigual contra un matón de la mafia en connivencia con un sistema policial corrupto. Le valió el premio al mejor actor en el prestigioso festival de Karlovy Vary, y sigue siendo la mejor actuación que he visto en una película india.



Su versatilidad brilló con cada papel desafiante. ¿Quién puede olvidar su comedia en Jaane Bhi Do Yaaro, Chachi 420 o Hera Pheri? ¿O sus papeles en Arohan, Aaghat, Tamas, Kakaji Kahin, Ghayal, Mrityudand? La lista es interminable. Tan convincente fue su talento que incluso en pequeñas apariciones dejó su sello indeleble. Hay un recuerdo instantáneo de él en Mirch Masala, Gandhi, Rang De Basanti, Bajrangi Bhaijan, The Reluctant Fundamentalist, donde estuvo en la pantalla solo por minutos. Sin embargo, la injusticia del cine convencional es tal que invariablemente deja a los grandes actores frustrados. Los buenos papeles empezaron a secarse. Pero, afortunadamente, la industria cinematográfica internacional lo notó. Y dice mucho de su confianza en su talento que se mantuvo firme frente a incondicionales mundiales, ganando elogios en todos los lugares donde se proyectaron sus películas, por películas como City of Joy, East is East, The Ghost and the Darkness, Charlie Wilson's War y The Hundred. -Viaje a pie.

Pero, para mí, la película extranjera que muestra su mejor interpretación sigue siendo My Son, the Fanatic, donde interpretó el personaje de Parvez, un taxista residente en Londres cuyo hijo se inclina constantemente hacia el fundamentalismo islámico. Tan exquisito fue su retrato del desconcierto y la triste impotencia de un musulmán común y corriente por naturaleza, que le valió el premio al mejor actor en el Festival de Cine de Bruselas. Y tal fue el impacto global de su talento a través de estas películas que la revista Salon escribió un artículo en abril de 2000 titulado '¿Es Om Puri nuestro mejor actor vivo?'

Este era el mismo niño que, nacido en la pobreza, solía trabajar en el puesto de té de su tío, lavando tazas, a los seis años, para aumentar las ganancias de su padre. Cuando era niño, cuando contrajo viruela, solía ser acostado boca arriba en un catre, con las manos atadas a los lados para evitar que se rascara la cara. La enfermedad le provocaba tal picazón que solía gritar continuamente de agonía; dejó su rostro marcado de viruela de forma permanente. Y, sin embargo, su sensibilidad se reflejaba tan ricamente en ese mismo rostro que cuando a Govind Nihalani se le advirtió que no tomara a Om como protagonista en Ardh Satya, había declarado con razón que era precisamente por su rostro por lo que era perfecto para un papel tan complejo.

Lo conocí por primera vez durante Drohkaal. Nos llevamos bien al instante y nos llevó a una amistad profunda y cercana de por vida. Nunca jamás se comportó como una estrella o una figura pública. Entre los muchos recuerdos maravillosos que tengo de él, mencionaré uno. En 1994, su esposa Nandita y él querían un perro. Identificó a un cachorro recién nacido de la calle de abajo. Pero, después de ocho semanas, cuando llegó el momento de traerlo a casa, tenía sarna. Entonces, en cambio, trajo a su hermano sano a casa. Cuando Om se dio cuenta de esto, inmediatamente la envió con él para que trajera a casa el que habían seleccionado. Ellos habían elegido ese y sería de ellos, con o sin enfermedad. Período.

Eso es lo que esencialmente era Om Puri. Un ser humano inocente, gentil, humilde, generoso y fiel.