Debemos garantizar la dignidad de los difuntos
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La devastadora segunda ola de Covid ha demostrado por qué se necesita respaldo legal para el protocolo de manejo de cadáveres

El 18 de mayo, 4.529 personas sucumbieron a Covid en India, su mayor número de muertos en un solo día debido a la enfermedad. Los crematorios y cementerios estaban llenos, se encendieron piras en los estacionamientos y parques; Los lechos de los ríos se convirtieron en cementerios masivos. Las disparidades de ingresos agravaron la crisis. Los cadáveres flotando en el Ganges fue uno de los signos definitorios de la segunda ola de la pandemia, que apunta al trato indigno de las personas que sucumbieron al virus. En Delhi y Bengaluru, dos de las ciudades más afectadas, la gente habría tenido que esperar 20 horas para incinerar a sus amigos y familiares. Esta insensibilidad hacia los muertos se sumó al trauma de sus familiares.
En los primeros días de la pandemia el año pasado, la OMS emitió directrices para el manejo de cadáveres. El Centro y varios gobiernos estatales emitieron protocolos en línea con esas pautas. Sin embargo, este sistema colapsó en varios lugares del país durante la segunda ola.
En 2017, el Tribunal Superior de Uttarakhand dictaminó que un río es una persona jurídica con los derechos correspondientes. El vertido indigno de cadáveres de Covid-19 en ríos no solo infringe esos derechos, sino que también podría resultar perjudicial para la ecología de estos cuerpos de agua. Dado que los expertos temen una tercera ola de infecciones, el protocolo de manejo de cadáveres debe contar con un respaldo legal para garantizar la dignidad del fallecido, así como con fines ecológicos.
El derecho a la vida garantizado por la Constitución abarca la dignidad en la muerte; el poder judicial lo ha afirmado en varios veredictos. En 1963, al tiempo que afirmaba que los muertos debían ser tratados de manera digna, el Tribunal Superior de Madhya Pradesh dictaminó que la palabra persona no puede construirse de manera tan restringida para excluir el cadáver de un ser humano. En 1989, la Corte Suprema dictaminó que el derecho a la dignidad no solo corresponde a un hombre vivo, sino también a su cuerpo. El año pasado, el Tribunal Superior de Madrás afirmó que el derecho fundamental a la vida garantizado por la Constitución incluye el derecho a un entierro o cremación decente. El Tribunal Superior de Calcuta también emitió un veredicto similar el año pasado.
Mientras respondía a una protesta pública después de dos horribles casos de mala gestión de los cadáveres de Covid-19, el SC estableció pautas para los hospitales en tales situaciones. Pero estas pautas se vieron socavadas cuando el número de muertes de Covid aumentó en abril-mayo.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha tomado conocimiento del asunto y ha enviado avisos al Centro y a los gobiernos de Uttar Pradesh y Bihar. En mayo, también emitió un aviso en el que se indicaba que no se debía permitir que los cadáveres se amontonaran durante el transporte o por cualquier otro motivo. Pidió a los gobiernos que fomenten el uso de crematorios eléctricos y se aseguren de que no se realicen entierros masivos.
A la luz de lo que ha sucedido en los últimos dos meses, el Centro debe elaborar una legislación que incorpore las recomendaciones de la NHRC, las directrices de la OMS y las normas que siguen las autoridades médicas de todo el mundo. Para evitar problemas relacionados con la identificación de los fallecidos durante un desastre, la documentación fotográfica de los cuerpos es imprescindible. En caso de escasez de instalaciones de refrigeración, las autoridades pueden utilizar cementerios temporales. Los datos de dichos sitios se pueden consolidar de forma centralizada y utilizar para una variedad de propósitos, incluido el análisis forense, así como para comprender la magnitud de la tragedia. Por último, se deben establecer protocolos de higiene y se debe tener cuidado para garantizar la seguridad de quienes manipulan los cadáveres.
Este artículo apareció por primera vez en la edición impresa el 18 de junio de 2021 con el título 'Dignidad para los difuntos'. George es un abogado en la Corte Suprema y Bhaskaran es un analista de políticas con sede en Delhi. Forman parte de un equipo de respuesta humanitaria, DMC India.